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Para entender de qué hablamos cuando hablamos de trastornos de ansiedad

Preguntas frecuentes Aqui encontrará las respuestas a las preguntas que habitualmente recibimos. Si tiene alguna otra duda o inquietud, complete nuestro formulario de contacto.

La ansiedad es una emoción básica que está presente en todo ser humano. Es la respuesta emocional a una situación percibida como amenazante o peligrosa.
La diferencia entre ansiedad normal y patológica es que la ansiedad patológica es una reacción emocional desproporcionada o excesiva ante una percepción distorsionada de la situación de peligro.

Para aclarar más la diferencia daremos un ejemplo.

Imagínese una persona conduciendo por la autopista cuando de pronto estalla un neumático. Pierde, momentáneamente el control del auto, afortunadamente, nadie viene en dirección contraria y, lentamente recupera el control. Logra detener el vehículo a un costado. Este individuo siente fuertes palpitaciones, la respiración entrecortada y sudoración en las manos. Minutos más tarde, cuando estas sensaciones se atenúan, baja del coche para cambiar el neumático y, luego, proseguir el viaje. Él ha reaccionado normalmente ante un episodio que amenazó su vida.

Ahora imaginemos a otra persona recostada tranquilamente al sol leyendo el diario. De repente padece los mismos síntomas que sintió el conductor del automóvil. Sin razón aparente siente que se va a desmayar, siente una opresión en el pecho, sus piernas comienzan a temblar y piensa que su muerte es inminente.
Podemos hablar de factores predisponentes (genéticos, familiares) y factores precipitantes o detonantes del Trastorno de Ansiedad (muerte de un familiar, ruptura matrimonial, mudanza, quebranto económico, etc.).
Es esperable sentirse ansioso ante situaciones tales como comenzar un trabajo, un encuentro amoroso o rendir un examen, pero cuando la ansiedad se eleva a niveles tan altos que interfiere en su trabajo, lo lleva a evitar ciertas situaciones o lugares y/ o le impide desempeñarse adecuadamente en su vida cotidiana, usted puede estar padeciendo un Trastorno de Ansiedad. Haga una consulta, lo antes posible con un especialista.
Los genes son un factor que predisponen a desarrollar un posible Trastorno de Ansiedad. Pero se tienen que dar, además de lo genético, otros factores que posibiliten generar un Trastorno de Ansiedad. Es por ello que en las familias, un hijo puede manifestar un trastorno de ansiedad y otro hijo no.
La ansiedad elevada provoca un deterioro en la calidad de vida del individuo, cuanto más tiempo se padezcan niveles altos de ansiedad, mayores aspectos de la persona estarán afectados. Cuando se instala un trastorno de ansiedad y el mismo no es tratado es posible que se cronifique si los factores que lo sostienen no son modificados. Por ello es importante una consulta a tiempo, a fin de prevenir el impacto en la calidad de vida.
El hecho de que se “nos pegue” una canción o una frase o un jingle, es algo natural en las personas y no habría de que preocuparse, porque va desapareciendo naturalmente. Pero si esto viene acompañado de la necesidad imperiosa de realizarlo intencionalmente para que no suceda algo malo o para bajar la ansiedad, podría estar tratándose de TOC. Las compulsiones son actos o conductas estereotipadas, repetitivas e intencionales, que tienen como finalidad, aliviar la ansiedad o el malestar provocado por una determinada obsesión (idea, pensamiento o imagen que se presenta en forma intrusiva).
El TOC es un trastorno severo, pero posible de ser tratado. En la actualidad se cuenta con terapias específicas como la Cognitiva-Comportamental y farmacoterapia adecuada que permiten lograr notable mejoría.
La meditación es uno de los tantos recursos que pueden ser aplicados para calmar la ansiedad. Los ejercicios de relajación como por ej.el entrenamiento en respiración diafragmática o tensión-relajación muscular, también son efectivos para disminuir el malestar ocasionado por la ansiedad. Es importante evaluar cuales son los recursos más apropiados para cada uno, ya que en algunas personas determinados ejercicios pueden potenciar los síntomas físicos y cognitivos de ansiedad.
El miedo es un fenómeno psicológico normal para el ser humano. Su finalidad es señalar la presencia de peligro. Permite al individuo generar medios y recursos para resolver situaciones estresantes. La fobia es un trastorno caracterizado por un miedo intenso, persistente, excesivo e irracional hacia objetos o situaciones concretas que, por lo general, se acompaña por el aumento de ansiedad y una pronunciada tendencia a evitarlos.
Lo que puede activar un ataque de pánico es la atribución o interpretación subjetiva que se le otorgue a los síntomas provocados por el calor. Por ejemplo: Si creo que el agobio y la transpiración excesiva producidos por el intenso calor son peligrosos o que mi vida corre peligro, es posible que se active un ataque de pánico. No por el calor mismo sino por el pensamiento acerca de él.
El tratamiento que ha demostrado mayor eficacia para ayudar a las personas a superar las fobias o cualquiera de los trastornos de ansiedad, es conocido como terapia cognitiva comportamental (TCC), ya que permite mantener a largo plazo los logros alcanzados. El componente cognitivo se focaliza en identificar, desafiar y modificar las cogniciones erróneas que condicionan la aparición de ansiedad y temor ante una situación u objeto determinado.
El alcohol puede interactuar con la Ansiedad en diferentes formas. Muchas veces funciona como lubricante social, ya que su uso puede ayudar a disminuir los niveles de ansiedad, suavizando las restricciones e inhibiciones sociales.

Desafortunadamente, estos beneficios contrastan con el lado oscuro del uso de alcohol, incluyendo: Equilibrio pobre, memoria y juicio perjudicados, problemas con el pensamiento analítico. Estos perjuicios pueden llevar a la persona a sentirse más vulnerable, y ansiosa.

Puede llevar a una sensación de profunda tristeza, y en algunos casos pueden aparecer ataques de pánico. Si la persona utiliza el alcohol como único recurso para relajarse es posible que éste patrón se repita continuamente. El peligro de ello es el desarrollo de una adicción al alcohol.
Para lograr mayor efectividad en el tratamiento se le indican al pacientes tareas entre sesiones. Estas tareas son las que realmente hacen la diferencia, aumentando las probabilidades de éxito en el tratamiento. Si has pasado gran parte de tu vida pensando negativamente, por ej., reentrenar tu forma de pensar va a requerir tiempo y práctica. Pensar negativamente y de forma irracional es un hábito. No puedes simplemente dejar de pensar de esa forma. Es necesario trabajar comprometida y sistemáticamente para aprender a reemplazar tus creencias irracionales, por creencias más realistas. Las tareas permiten provocar y afirmar cambios positivos en las creencias.
No. La Ansiedad es una emoción adaptativa, que aparece ante un desafío o peligro futuro o presente. Su función es la de motivar conductas apropiadas para superar dicha situación y su duración está en relación a la magnitud y a la resolución del problema que la desencadenó. La Ansiedad patológica es una respuesta exagerada, no necesariamente ligada a un peligro, situación u objeto externo, que puede llegar a resultar incapacitante, al punto de condicionar la conducta de un individuo. O sea, la ansiedad es una respuesta normal, que puede transformarse en patológica. Es considerada saludable cuando nos motiva a tomar acción para un logro. Tal como un buen reloj alarma, la ansiedad puede señalar que es tiempo de actuar. En los trastornos de ansiedad este “reloj alarma” funciona de una manera alterada.
Teniendo en cuenta la respuesta anterior, diremos que las emociones no son un fenómeno de todo o nada, sino que se presenta en grados. Cierto grado de ansiedad es positivo, necesario y nos llevará a lograr objetivos. Puede servir como motor para el cambio, para mejorar. Un nivel cero de ansiedad es irreal e imposible. Por ello,” luchar contra los síntomas” no hace más que intensificarlos. La psicoterapia permite reestrenarnos en el manejo de los niveles inadecuados de ansiedad y producir cambios duraderos.
Si, en algunos casos se puede mejorar sin medicación. Depende del tipo de dificultad que padezcas y las características de la misma. Es importante que el profesional que diagnostique el trastorno de ansiedad tome en cuenta todos los factores a la hora de decidir qué tipo de tratamiento es el adecuado para cada persona en particular. La medicación es una herramienta que permite el mejor desarrollo de la psicoterapia. A través de la psicoterapia puedes desarrollar habilidades y herramientas que te ayudarán a combatir niveles inapropiados de ansiedad. Tu motivación para mejorar es clave en la efectividad de la terapia ya que deberás enfrentar las fuentes de tu ansiedad, lo que producirá malestar temporal, para luego alcanzar la mejoría.
Si bien saber por qué surge la ansiedad, y conocer el círculo que la perpetúa es primordial para empezar a trabajar, resulta insuficiente para el logro de una mejoría completa. Es necesario trabajar sobre la reestructuración de los pensamientos y cambios de algunas conductas perpetuadoras. Análogamente, podemos decir que si bien conocer el funcionamiento del motor de un auto nos proporciona información adicional, no es suficiente para lograr conducirlo.
Es un fenómeno que se produce cuando se acelera el ritmo respiratorio. Esto produce que a nivel pulmonar se produzca un intercambio gaseoso con una proporción incorrecta de dióxido de carbono, lo que produce sensaciones como mareo, aceleración del ritmo cardíaco, sensación de ahogo (no ahogo real) y temblores. Cuando una persona está ansiosa tiende a hiperventilar.
Es un ejercicio que consiste en regular la cantidad de inspiraciones y exhalaciones, imponiendo un ritmo personal que permita la relajación y disminuir el grado de hiperventilación. Diafragmática significa que se utiliza este músculo para controlar la respiración. Se la suele llamar también abdominal, ya que al utilizar el diafragma este desciende al inspirar y los pulmones tienen mayor capacidad para realizar el intercambio gaseoso.
Si, los ataques de pánico no impiden el desarrollo normal de cualquier actividad física.
Es altamente recomendable realizar ejercicios aeróbicos de intensidad media e ir aumentando la frecuencia semanal a dos o tres veces por semana. Esto tiene el efecto de exponerse a sentir el aumento del ritmo cardíaco, para las personas que temen a éste síntoma. También, el trabajo muscular permite una relajación posterior y la liberación de endorfinas que producen una sensación de bienestar psicofísico.
Determinados pensamientos, sensaciones o imágenes pueden “encender” el sistema de alarma generando la activación del sistema nervioso simpático, que es el responsable de acelerar los sistemas corporales (aumento del ritmo cardíaco, respiratorio que produce una sensación que puede ir desde inquietud hasta aceleración intensa). Al interpretar estas sensaciones físicas como fuera de control o las imágenes como catastróficas, comienza un circuito negativo de intentos fallidos por controlarlas, lo que aumenta la sensación de descontrol y se intensifican las imágenes o pensamientos negativos, extremos y catastróficos, como “me voy a desmayar”, “me va a dar un infarto”, “pierdo el control”, etc. La persona queda con miedo a que vuelva a suceder ya que hay una interpretación distorsionada acerca de cómo se desarrolla este circuito y los niveles de tensión cotidiana van aumentando. La hipervigilancia y el monitoreo corporal de las sensaciones predisponen a que la persona evalúe de una manera equivocada cualquier sensación natural y esto activa de nuevo el circuito disfuncional que es el ataque de pánico.
Las personas que se sienten ansiosas acerca de una situación pueden dilatar la realización que requiera dicha situación. Aparecen pensamientos frecuentes como “Es muy difícil”, “No lo voy a poder hacer bien”, “Me da miedo”. Estos pensamientos generan a su vez un aumento de la ansiedad, y cuando la persona se reencuentra ante la situación, esta se percibe como inalcanzable, postergando nuevamente. La postergación es un tipo de evitación encubierta que se produce frecuentemente en personas ansiosas y por sobre todas las cosas en personas con ansiedad de desempeño.
Las formas de modificar la postergación incluyen cambios en los pensamientos y las conductas. Los pensamientos más flexibles contribuyen a modificar la postergación, por ejemplo: “es difícil, pero tengo que intentarlo”, “me da miedo, pero no es peligroso”, son algunas de las cosas que suelen decirse las personas para alentarse. De todas maneras, la única forma de no postergar es accionar. Para ello hay que establecer objetivos posibles que vayan desde un menor nivel de dificultad e ir trabajando pasa por paso sobre ellos.
Lo mejor que se puede hacer para disminuir la intensidad de un ataque de pánico es recordar que no hay que hacer esfuerzos para detener nada. La lucha contra los síntomas no ayuda, sino que hace que las sensaciones se intensifiquen. A pesar que los síntomas son desagradables, no son peligrosos. Recuerde que los ataques de pánico duran unos minutos y que nada de lo que pase en esos momentos dañará su salud. Lo mejor es dejarlos fluir, utilizando algunas técnicas de las que se aprenden en la psicoterapia y tratar de relajarse lo mejor que se pueda. La terapia cognitiva comportamental ofrece las herramientas ideales para manejar los ataques de pánico.
La preocupación es el proceso normal a través del cual las personas tratamos de solucionar o prevenir alguna situación problemática. ¿Cuándo hay inadecuación? Por defecto, es decir frente a un problema no aparece ansiedad ni se moviliza ningún recurso, o por exceso, cuando la activación aparece ante cualquier estímulo.

Una de las dificultades para encontrar el límite entre la preocupación adecuada y la inadecuada está marcada por la subjetividad. Cada uno de nosotros se preocupa por diferentes cuestiones y con distintas intensidades. Por ejemplo algunas personas se preocupan mucho por la posibilidad de que su automóvil pueda sufrir un daño y a otras no les importa el asunto. Es necesario analizar la relación entre el tema particular que provoca preocupación y el monto de malestar que se moviliza cada vez que aparece este. Cuando frente a pequeñeces nos ponemos nerviosos y no podemos controlar la necesidad de estar pendientes de ellas o cuando ocupamos demasiado tiempo con algo en mente, pensando que puede ocurrir algo malo aunque sea improbable, estamos frente a un cuadro de preocupación excesiva.
La tendencia a la preocupación puede llegar a transmitirse a través de distintas vías, en el caso de las personas que se preocupan excesivamente y padecen trastorno de ansiedad generalizada (TAG) hay antecedentes genéticos, padres ansiosos, entornos en los que se utilizan conductas evitativas y se evalúan todo el tiempo las amenazas
Las tendencias perfeccionistas están ligadas a diferentes trastornos de ansiedad. La primera en haber sido estudiada fue la relación con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Muchos de estos pacientes tienen la necesidad de que sus cosas estén ordenadas de una manera en particular o se ponen muy ansiosos por dar un ejemplo. También se han encontrado tendencias perfeccionistas entre las personas que padecen fobia social (FS), ya que registran una gran preocupación por la posibilidad de cometer errores y ser evaluados negativamente como consecuencia de ello. Además tienen criterios de evaluación muy estrictos si algo no salió perfecto no sirve. Una persona perfeccionista que no sepa moderar sus exigencias es vulnerable a padecer ansiedad
Por supuesto que algún grado de preocupación por lo que los otros piensan de nosotros es natural y normal. Vivimos en sociedad y todos necesitamos un grado de aceptación de parte de los demás. Sin embargo en algunos casos esa preocupación se torna exagerada, y nos acosa frente a cualquier situación cotidiana la idea que van a pensar negativamente de nosotros. Cuando esta preocupación es tan intensa que nos hace evitar actuar frente a los otros, entonces puede que estemos padeciendo un trastorno de ansiedad llamado: Fobia Social.
Es el proceso mental normal por el que las personas tratamos de prevenir que algo resulte mal. Por ello, es que tratar de diseñar una estrategia para evitar tener un problema o para solucionarlo es el objetivo principal de la preocupación.